Conocí a Martina en la tripita de su mamá antes de nacer. Luego la conocí a ella. De esto hace ya un par de años… hablamos del 2013. Y ahora que le tocaba el turno a su hermanita Alba, volví a encontrarme con una Martina súper mayor, hecha toda una princesilla.

¿Os he dicho alguna vez lo mucho que me gusta hacer el reportaje de embarazo cuando ya hay otro peque por medio? Todos los que he tenido (no tan pequeñitos como para enterarse) se deshacen en amores con su madre. La abrazan, muchos sin saber que a la vez abrazan a sus hermanos. Otros, sí lo saben y justo por ello abrazan al hermanito que esperan y mirar con un amor indescriptible a sus padres. Si hay algún celillo, éste no sale hasta que el hermanito llega y todos están ilusionados esperando al bebé de la familia y haciéndose a la idea de que en ese momento ellos serán los hermanos mayores, los que tendrán que cuidar del que llega.

Martina estaba ilusionada. Abrazaba a su mamá, se reía, tocaba el ombliguillo, me miraba a mí, miraba a su madre con complicidad y sonrisilla tierna, se estrujaba contra él y volvía a mirarme a mí.

El anterior reportaje de embarazo había sido a domicilio y exteriores. En éste lo hicimos todo en estudio. Jugamos con estrellas y con pegatinas y mamá y ella se pusieron coronas de princesas. Martina se lo pasó muy bien y salieron unas fotos preciosas.

Tengo que decir que los papás de Martina y Alba son de aquellos que te lo dejan fácil, vienen con la lección aprendida de las veces anteriores y se acordaban de cómo ponerse, lo que les gustaba y lo que no, y tenían claras las ideas. Eso ayuda mucho. Otra cosa que ayudó es la buena conexión que tenemos siempre. Estoy deseando conocer a la pequeñina y cómo no, presentarles a mi pequeña Paola. ¡Nos vemos pronto familia!