Hace poco leí una frase que me enamoró: No conozco la receta de la felicidad pero seguro que incluye un perro. 

Los peludines de 4 patas nos enseñan a ser mejores personas. A los niños a entender sus emociones y aprender a gestionarlas. A tener seguridad en sí mismos. Compasión. Empatía.

Hermanos. Amigos y compañeros de juego. Nuestra familia, la que no tiene lazos de sangre pero elegimos nosotros para que nos acompañe. Supongo que quien no ha tenido nunca perro no lo entenderá, y seguramente más de uno que sí que tiene, tampoco.
Mis perras han sido mis niñas, mis amigas, mis compañeras. Quienes me reciben siempre con alegría pase lo que pase, quienes se acurrucan a mis pies mientras trabajo todos los días. Las que ayudaron a caminar a Paola. Las que la sacan de sus enfados cuando los tiene.

Os animo siempre a que traigáis a vuestros niños a las sesiones porque cuando vuestros hijos crezcan, esas fotos serán para ellos recuerdos maravillosos para siempre.